«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


4 de septiembre de 2013

EL SIGNIFICADO DEL CUERPO

Si hubiera que explicar en breves palabras en qué consiste la teología del cuerpo, podríamos sintetizarlo en tres  palabras: el cuerpo habla. Evidentemente, no se trata de  que emitamos sonidos articulados que constituyen un  lenguaje. Se trata más bien de evitar la creencia de que el  cuerpo es una estructura neutra, disponible, que sirve a  los fines que define autónomamente el sujeto. Este  carácter “neutro” del cuerpo es la tesis central de la ideología de género, que construye su propuesta alrededor de  la irrelevancia del cuerpo frente a la decisión del sujeto.
Así, no habrá cuerpo masculino ni cuerpo femenino;  hasta ahora lo “femenino” y lo “masculino” ha sido definido por la sociedad, pero no tiene ninguna base biológica; afirman los partidarios de la ideología de género que  ha sido la cultura dominante la que ha atribuido ciertos  roles sociales a la categoría “femenino” o “masculino”;  pero estos roles han de ser deconstruidos para que cada  sujeto decida el “género” que desea tener. De este modo,  el cuerpo queda separado de la persona. El cuerpo sería,  desde esta perspectiva, un obstáculo a la libertad y a la  autorrealización de la persona.
En cambio, afirmar que “el cuerpo habla” quiere decir  que si estamos atentos a los mensajes que nos lanza, nos  ayuda a resolver la pregunta sobre nuestra identidad: quiénes somos y qué sentido tiene nuestra vida. En el  cuerpo se expresa una riqueza que va más allá del propio  cuerpo, pues remite a una realidad más amplia: la persona. El cuerpo nos habla de la persona y expresa que la  persona no se da la vida a sí misma, sino que es llamada  a la vida por otros; expresa también que el hombre (varón y mujer) permanece abierto a la relación con los  otros; que esta relación de apertura hacia los otros es  señal de que el hombre está hecho para darse o entregarse a los demás, y expresa finalmente que de esa apertura  a los demás se sigue, de modo natural, que hombre y  mujer son protagonistas de la llamada a la vida de un  nuevo ser. Y estos significados que el cuerpo nos va desvelando se refieren, por un lado, a la relación del hombre  con sus padres, con su esposo o esposa, con sus hijos,  pero fundamentalmente abren la perspectiva a la relación  del hombre con Dios, su Creador, su destino final, y en  quien la vida del propio hombre se hace comprensible.


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