«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


22 de diciembre de 2013

CARTA DE DIOS AL HOMBRE

Querido hombre:

He leído tu carta, como bien decías en ella, llena de pesimismo. Te  comprendo, pero no estoy de acuerdo. A mí no se llega por el miedo. A mí se viene por el camino de la paz, de la verdad, del amor. ¡Cuándo vais a entender! ¿Por qué no entras en lo que vivió mi enviado, mi Hijo...? Para ver la nueva vida tienes que ampliar tu horizonte de miras. La vida nueva no está sujeta a grupos o instituciones que, en principio, tendrían que ser fuente de vida nueva. Mira un poco más allá. Sal a los caminos donde viven los necesitados. Este es el secreto. Nace vida donde hay sufrimiento y dolor humanos. Nace la vida donde hay gritos de esclavitud y hermanos que saben escucharlos. Sí, la vida sigue brotando y sorprendiendo en muchos rincones, en muchos hombres y mujeres que no están marcados con ningún sello ni llevan etiqueta alguna, pero sienten en su corazón la llamada de ir al encuentro del hermano. Con la excusa de conservar la vida que han recibido, mucha gente lo único que hace es encerrarse y apagar lentamente el don recibido. Se parecen a las vírgenes necias, o al siervo perezoso que enterró el talento en la tierra. Aunque te parezca increíble o imposible, yo, el Señor, te digo que hay más vida de la que te imaginas. Si no la descubres es que te has encerrado en un castillo impenetrable. Tu pesimismo, querido hombre, es acusación. Te has acomodado en la sala del bienestar y sólo sabes mirarte o mirar la TV. Te ocupas en controlarlo todo, en conservarlo todo en vez de abrir la puerta a los que necesitan cuidados. No te encarnas, y por eso no nace nada. Si al menos en este tiempo te abrieras a la verdad y a la palabra que te traigo! Estoy cerca, ¿por qué no me ves? Nada más.


Tu Dios que te quiere

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