«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


30 de mayo de 2014

MANIPULANDO AL PAPA

Es incuestionable que el Papa Francisco se ha convertido en muy poco tiempo en una figura mundial, con un fuerte impacto mediático. No se trata de un hecho excepcional, baste recordar a Juan Pablo II, pero sí que lo es en un sentido, en el enfoque de los medios generalmente hipercríticos con la Iglesia. Con el actual sucesor de Pedro el ataque frontal ha sido substituido por el elogio; el trasfondo de esta opinión es “Francisco es uno de los nuestros y trabaja para cambiar a la Iglesia en la línea que nosotros preconizamos, pero no le dejan”. Y esa línea es la agenda de la sociedad desvinculada, ideología de género, matrimonio y adopción homosexual, divorcio, mujeres sacerdotes, aborto, matrimonio de los curas, una fijación sobre cuestiones muy heterogéneas, de distinta naturaleza doctrinal, que solo tienen en común el formar parte de las políticas del deseo, ante las que solo se alza en la sociedad occidental, como gran planteamiento alternativo, el de la Iglesia católica. También, claro está, las iglesias ortodoxas, y una parte de las iglesias reformadas no desvinculadas, pero sobre todo por dimensión, capacidad teórica, y organización, la Iglesia católica. De ahí la necesidad de derruirla y transformarla en un ente desvinculado más.

En esta ocasión, el frentismo, tímidamente ensayado en los instantes iniciales de su pontificado, ha sido alterado por el “uno de los nuestros”, después de la explosión de popularidad del Papa, de la mano de aquellos temas que los poderes establecidos de la sociedad desvinculada quieren ignorar: los pobres, inmigrantes, las periferias existenciales, la injusticia social estructural del capitalismo de la financiarizacion. Adoptar la frontalidad contra estas cuestiones es alinearla a la Iglesia en el lado que debe estar, y en el que todavía no está plenamente: en el que nos señala el Papa. Y de ahí el recurso a la manipulación sistemática de lo que dice. Hay que desplazar el eje de atención de la denuncia y alternativa social al de la agenda del deseo, mucho más inofensiva, y que siempre produce disensiones en el seno de la Iglesia.

La ultima manipulación se ha producido con motivo de sus declaraciones en el avión de regreso del viaje a Tierra Santa, cuando se le ha intentado presentar  como partidario de la eliminación del celibato sacerdotal, a base de cortar una de sus frases, una práctica habitual. Lo que dijo Francisco sobre este tema es muy concreto y está recogido en las fuentes, o sea que no puede haber dudas. Dijo esto en respuesta a un periodista: “La Iglesia Católica tiene curas casados. Católicos, griegos, católicos coptos, hay en el rito oriental. Porque no se debate un dogma, sino sobre una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia” y añadió “Al no ser un dogma de fe siempre está la puerta abierta. Pero en este momento no hemos hablado de esto con el patriarca Bartolomé porque es secundario, de verdad. Hemos hablado de que la unidad se hace en la calle, haciendo camino juntos”. El Papa reitera así, como en otros casos, lo que es la doctrina de la Iglesia, en este caso, solo una regla de vida que se mantiene, y el elogiado como un don. Entonces, ¿cómo presentarlo como partidario de que los sacerdotes puedan casarse? Solo de una manera: manipulando burdamente el lenguaje. Al estilo leninista, que hacia desaparecer de las fotografías las imágenes de miembros del partido depurados. En este caso, lo que se depura son las propias palabras del Papa, y esto es simplemente un engaño.

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