«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


29 de mayo de 2014

MARÍA, LA CREYENTE E INTERCESORA

“El que cree en mí, también el hará las obras que yo hago, y aún mayores.” (Jn 14, 12)
“Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5)
María, tú eres la creyente y la mediadora de todas las gracias. Si nosotros, con nuestra oración, hecha con fe, podemos realizar obras semejantes a las de tu Hijo, ¿qué no podrás hacer tú?

Me has enseñado, Señora, al acercarme a los santuarios, en los que se te honra con tanta devoción, a valorar el poder de la oración. Hay lugares en los que se percibe de manera muy viva la fuerza sobrenatural. No solo porque se den signos especiales, sino porque se instala en el corazón el gozo y la alegría, los mismos efectos que se produjeron cuando visitaste a Isabel, tu prima.
Si por la intercesión de los santos, cada día nos llegan noticias de obras que superan nuestra capacidad humana, ¡cuánto más, Señora, por tu intercesión siguen experimentándose los frutos de la gracia!
Tú sabes lo que nos hace falta. Tú eres la mujer sensible, solidaria, capaz de impulsar a tu Hijo Jesús para que intervenga y actúe con poder y misericordia.
Si la mujer cananea, la sirofenicia y la hemorroisa, arrancaron de Jesús aquellos gestos de compasión, que dieron vida y salud, ¡cuánto más nos estará aconteciendo por tu maternidad prolongada con nosotros!
No reivindico ningún poder especial, deseo que seas tú la que, conociendo la súplica de tantos, que en momentos de dolor, enfermedad, paro, soledad, o exclusión, acuden menesterosos a la oración, intervengas maternalmente en su favor.
Aunque es verdad que tu Hijo nos ha entregado el regalo de poder actuar de manera sobrehumana, si lo hacemos con fe. ¡Cuánto bien podríamos realizar con tan solo actuar con fe!
Danos, entonces, tu humilde actitud creyente, confiada, orante, para que a nuestro paso por la vida dejemos correr, a través nuestro, el río de gracia que ayude, consuele, mejore a tantos que se nos encomiendan.
Virgen María, comprendo que es una responsabilidad social de los creyentes pedir otras intervenciones en favor de los demás, si nosotros mismos tenemos el regalo de hacer las obras que Jesús hizo a su paso por nuestro mundo. No obstante es más segura tu ayuda que la nuestra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario