«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


9 de julio de 2014

LO QUE REALMENTE DICE EL DOCUMENTO DE TRABAJO INSTRUMENTUM LABORIS

Ø Convivencia antes del matrimonio: «Entre las razones sociales que llevan a la convivencia resultan: políticas familiares inadecuadas para sostener a la familia; problemas financieros; el desempleo juvenil; la falta de vivienda. Como consecuencia de éstos y otros factores se suele postergar la boda. En ese sentido, también tiene un papel el temor al compromiso que conlleva acoger a los hijos [...]. Entre las líneas de acción pastoral propuestas, encontramos las siguientes: ofrecer, desde la adolescencia, un camino que aprecie la belleza del matrimonio; formar agentes pastorales sobre los temas del matrimonio y de la familia» (n. 82).
Ø Hijos de un divorcio: «Otra cuestión que ha sido considerada es la de los hijos de los padres separados y de los divorciados. En este sentido, se señala que, de parte de la sociedad, falta una atención especial respecto a ellos. Sobre ellos cae el peso de los conflictos matrimoniales que la Iglesia está llamada a cuidar pastoralmente» (n. 87).
Ø «En relación a los divorciados y separados que permanecen fieles al vínculo matrimonial se pide mayor atención a su situación, que a menudo se vive en soledad y pobreza. Ellos son también los nuevos pobres» (n. 87).
Ø Madres solteras: «Es necesario prestar especial atención a las madres que se hacen cargo ellas solas de sus hijos. Su condición a menudo es el resultado de historias de mucho sufrimiento, y no pocas veces de abandono. Ante todo, hay que admirar el amor y la valentía con que acogieron la vida concebida en su seno y proveen al crecimiento y la educación de sus hijos. Merecen de parte de la sociedad civil un apoyo especial, que tenga en cuenta los numerosos sacrificios que afrontan. De parte de la comunidad cristiana, además, hay que tener una solicitud que les haga percibir a la Iglesia como una verdadera familia de los hijos de Dios» (n. 88).
Ø Divorciados vueltos a casar y Comunión: «La caridad pastoral impulsa a la Iglesia a acompañar a las personas que han sufrido un fracaso matrimonial y a ayudarles a vivir su situación con la gracia de Cristo. Una herida más dolorosa se abre para las personas que se vuelven a casar, entrando en un estado de vida que no les permite el acceso a la Comunión. Ciertamente, en estos casos, la Iglesia no debe asumir la actitud de juez que condena, sino la de una madre que acoge siempre a sus hijos y cura sus heridas. Con gran misericordia, la Iglesia está llamada a encontrar formas de compañía para sostener a estos hijos suyos en un itinerario de reconciliación. Con comprensión y paciencia, es importante explicar que el hecho de no poder acceder a los sacramentos no significa quedar excluidos de la vida cristiana y de la relación con Dios» (n. 103).

J.C. Roma

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