«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


31 de julio de 2015

LAS FAMILIAS DE ALMERÍA HAN VUELTO DE SU PEREGRINACIÓN A SANTIAGO Y ÁVILA


“El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres”. (Salmo 125)

El 21 de julio 2015 se pusieron en Camino las familias de Almería entre otras razones  porque entendieron que Santiago, hombres sencillo, sin especial instrucción escolar, se dedicaba a su familia, sus redes y sus peces, pero que tenía el corazón levantado hacia Dios.

Fue, entre los Doce, del más íntimo grupo de Jesús. Él  fue testigo de la resurrección de la hija de Jairo, testigo de la transfiguración gloriosa en el monte, testigo de su anticipada pasión en el Huerto de los Olivos. A Santiago, como dice el prefacio propio de la Misa, le correspondió el honor de ser «el primero de los Apóstoles que bebió el cáliz del Señor».

¿Por qué el Secretariado de Familia programó el Camino como algo primordial? Porque la familia necesita salir, buscar, encontrar, comunicar, participar, no perder su capacidad de soñar.

Cada uno se puso en camino, ese 21 de julio de 2015,  buscando  ‘algo’.  Un  ‘algo’ diferente, y al final cada uno de nosotros ha obtenido ese ‘algo’.

“Señor, Tú me sondeas y me conoces. Me conoces cuando me siento y cuando me levanto. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno” (Sal 138).

Lo verdaderamente importante no es en sí la ruta física, tal camino o tal sendero, sino el camino del caminante, la propia experiencia interior en contraste con lo que la ruta te va ofreciendo por fuera, porque el Camino tiene la rara virtud de estar hecho a la medida de cada uno. De cada uno como persona y de cada familia como familia. El Camino es el lugar del encuentro con los demás, los seres humanos estamos hechos para relacionarnos. Los otros no son seres extraños, pues estamos llamados a vivir en fraternidad, acogiéndonos unos a otros, compartiendo los gozos y problemas de la vida, ayudándonos en nuestras necesidades, perdonándonos nuestros errores y equivocaciones.  ¡Cómo se vive todo esto en el Camino!

Pero también el Camino es el lugar donde el verdadero peregrino es imagen del que quiere “descentrarse de sí mismo”, centrarse en Dios y dar sentido y plenitud a sus horas y sus días, siendo testigo del perdón y de la misericordia.

La peregrinación y el camino a la Tumba del Apóstol no son simplemente un traslado de un lugar a otro. Se trata más bien de pasar de una visión a otra de la vida. Todo ello es posible por la presencia misteriosa de Jesús que nos va acompañando por el camino de la existencia y nos ayuda en el tránsito del hombre viejo al hombre nuevo”. (Julián Barrio)

El inicio del Camino es un cóctel de inexperiencia, anhelos, alegría…, es una explosión de júbilo, no se miden las fuerzas y pronto las dificultades nos hicieren tomar conciencia de que sólo somos seres humanos con muchas limitaciones. El Camino nos hizo comprender que los pies no son un adorno, los pies son los soportes que llevan a la persona hacia su destino. Una gran lección. Ya desde el minuto uno el Camino nos ofrecía su sabiduría y nos enseñó que había que cuidar y amar el cuerpo. Sin él es imposible alcanzar la meta. 


 “El gran descubrimiento del peregrino es desentrañar que, en la esencia del mismo ser, en la historia de cada jornada en relación con el cosmos y con quienes se encuentran en el Camino, está presente la querencia de Dios armonizado por la sinfonía total humana”. (Julián Barrio) 

Mentiría si dijese que el camino no es duro. Hay que atender los requerimientos que el cuerpo cansado te manda: (agujetas, ampollas, tendinitis, rozaduras, rodillas...), también  la propia psicología comienza a quejarse y te preguntas: ¿Qué pinto aquí? ¿Me habré equivocado? Es duro, pero a medida que lo recorres se convierte en tu amigo, en tu aliado,  tu compañero, no se cansa de mostrarte bellezas, es como si quisiera, con su belleza, hacerte olvidar todas esas dificultades. En muchos tramos recordaba los versos de Rosalía de Castro: el viajero, rendido y cansado,/ que ve del camino la línea escabrosa /que aún le resta que andar anhelara/deteniéndose al pie de la loma,/ de repente quedar convertido/ en pájaro o fuente/ en árbol o en roca.

Sí, es duro, pero ves que no estás solo (y no me refiero solo al grupo de 40 personas que hacemos el Camino) el recorrido está lleno de gente (a pie, en bici, solos o en compañía) que por diversos motivos están ahí en el Camino. Estas personas, sus vidas, sus historias, hacen reflexionar. El “Buen Camino” que cada rostro cansado te desea, es el saludo que ayuda a mantener las fuerzas físicas y espirituales para seguir con el viaje. Vuelves a conectar, te olvidas de tu cansancio y de tus dificultades y admiras lo que Dios te está mostrando, lo que está haciendo contigo.

En el silencio obligado al que tiene que enfrentarse el peregrino por las dificultades que debe solventar, hay tramos difíciles en los que el cuerpo ofrece resistencia, la voz de Dios resuena en la intimidad sin que podamos eludirla; es  una voz que llega desde el fondo, desde la comunión con esa naturaleza que se nos va mostrando en todo su esplendor. Una voz que nos llama a posiciones nuevas, una voz que provoca y desafía, una voz que invita y a la que necesitas dar respuesta.

Dos momentos muy importantes en el Camino: la oración de la mañana, el “Alegre la mañana que nos habla de ti” te reconforta y te empuja a salir dando sentido a lo que estás haciendo. Y  un momento culmen, la Eucaristía. La Misa del peregrino que cada tarde hemos compartido con hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación profesando una misma fe. Ha sido en la Eucaristía en donde verdaderamente hemos establecido una comunión con Cristo, con su palabra, con su vida, con su persona; y una comunión con los hermanos: con cada uno, con sus problemas, con sus alegrías...


Al grupo de peregrinos no se nos olvidará el encuentro con el Obispo de la diócesis de S. Juan, en Quebec, Canadá, un peregrino más en nuestro camino. 
El Obispo de Quebec con algunos peregrinos
El Señor ha estado grande con nosotros y nos ha ido sorprendiendo en cada etapa. Esa tarde de Melide concelebró con el Director del Secretariado y otros dos sacerdotes. 


En la última etapa antes de llegar a Santiago el Monte do Gozo se presenta como la antesala de lo que está por llegar. Para los peregrinos es un sitio simbólico, cargado de emoción y alegría, ya que desde aquí por primera vez podemos divisar la basílica con la tumba del Apóstol Santiago, meta de nuestra  peregrinación. El rezo del Ángelus y un canto a la Madre no pueden faltar.


D. Manuel Cuadrado nos da la comunión

Desde muy temprano los peregrinos han ido llenando el templo y no hay espacio material para colocarnos. En algún resquicio, junto a una columna, sentados en el suelo, oímos como, entre multitud de grupos llegados de todas partes del mundo, nombran al grupo de familias de Almería. Es un momento de alegría, de emoción, de lágrimas, de gracia… ¿Dónde quedó el cansancio?



NUEVO REGALO PARA TODOS 


D. Manuel y el Obispo de Quebec 

Un gran regalo de ese día fue el que D. Manuel Cuadrado pudiera concelebrar en el Sepulcro del Apóstol con el obispo peregrino que ya conocíamos del Camino. Allí estuvimos todos presentes con todas nuestras intenciones y necesidades.
La celebración en el Sepulcro del Apóstol Santiago 















El día 27 tuvimos la alegría de asistir a la Misa del peregrino en la que volvió a concelebrar. Ha sido una experiencia de gracia. Todo ha sido un regalo del Señor. Verdaderamente el “Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

















En Ávila nos esperaba Santa Teresa.

Las familias se acercan a Ávila en donde se celebra el Vº centenario de Santa Teresa. Celebrar el Vº Centenario de Santa Teresa es, sobre todo, lanzarnos a descubrir que entre las cenizas de este mundo aún caldean las brasas de otro mundo posible, mucho más justo y mucho más humano. Recordarla tiene el poder de hacernos conscientes de cuánto podemos hacer para que cambien las cosas.  Si te decides a cambiar tú mismo, a optar por una vida más simple y más comprometida, más de acuerdo con el Evangelio de Jesús, el Evangelio del amor será posible.

Celebrando en la Casa de la santa

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